Como maestra de natación, me propuse un proyecto ambicioso: enseñar la vuelta de campana a un grupo de niños. Aunque todos sabían nadar, enfrentarse a este giro técnico y complejo (que incluso muchos adultos no dominan) fue todo un desafío.
Comenzamos desde lo más básico: orientación corporal, control de la respiración y familiarización con el movimiento giratorio en el agua. Algunos lo lograron pronto, otros no del todo, pero lo más valioso fue su perseverancia. Hubo errores, risas, inhalaciones inesperadas… y sobre todo, un deseo constante de superarse.
Lo más inspirador fue cómo estos niños usaron la tecnología Apple para hacer suyo el aprendizaje. Utilizaron Safari para investigar sobre la técnica, la cámara del iPad para grabarse, detectar errores y analizar sus progresos, y Keynote como herramienta de edición para crear su propio instructivo digital, paso a paso, sobre cómo hacer una vuelta de campana.
Con mi guía, pero con su creatividad y autonomía, convirtieron un reto deportivo en una experiencia tecnológica, colaborativa y significativa.
Esta vivencia me recordó que enseñar no es solo transmitir habilidades, sino acompañar procesos donde la tecnología potencia el aprendizaje, estimula la curiosidad y construye verdadera confianza.
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